ECUADOR: CULTURAS ANDINAS: RITO Y FIESTA

miércoles, 17 de febrero de 2010

Por: Patricio Matute | Cuenca


Contraseñas de algunas identidades culturales


Paukar Raymi (Fiesta del Florecimiento) versus Carnaval


Es importante analizar el rito y la fiesta como situaciones reales para insertarse en el pensamiento complejo de los Latinoamericanos. En una conferencia en Cuenca, el filosofo suizo Josep Esterman, así lo aseguraba: “…son las vertientes para entender su tiempo, su espacio, su cosmogonía, su cosmología…”. Pero más allá, está es la ocasión de participar como un ciudadano más que aparentemente mata su tiempo o se divierte por falta de alternativas culturales en la ciudad, es decir un Carnaval o un Paukar Raymi, sin planes, programas, proyectos culturales, y si con muchos eventos copiados, adaptados, y a veces casi casi maniatados a una realidad posmodernista andina a la cuencana. Manda el imaginario del escenario: licor copiosamente, ritmo, poca ropa, comida, circo; pero de procesos educativos que nos digan de la importancia del rito, el mito y la fiesta cultural que representa esta parte del año, nada de nada.


Hemos sido testigos al comprender desde las entradas de análisis sociológico, antropológico y cultural, que la lógica de vida en el sector rural de la ciudad de Cuenca es diferente, tal vez ahí esta la rivalidad entre la fiesta andina del florecimiento-Paukar Raymi, y el importado europeo Carnaval. Claro hoy en día casi no lo podemos negar que se han sincretizado y junto a las celebraciones religiosas, y los consabidos desfiles y pregones (otro de los imaginarios constantes) han dado como resultado una de las visiones del carnaval morlaco.


Paukar Ramy e Ishcay Yaku Raymi


En sectores como Gulalcay, en la parroquia suburbana de El Valle; en Quingueo; en Santa Ana; en Zhidmad; en San Bartolo; en Ludo; en Jadán; en San Juan de Gualaceo, todavía es posible admirar los rezagos de la Fiesta de la primera Agua (Ishcay Yaku, fiesta cañary de la cultura del agua), cuando en la fuente, en rito colectivo se adoraba a las deidades andinas estampadas en la chakana (cruz andina) y entre cantos se iba confeccionando la cruz del Paukar Raymi con hojas y frutos que representaban el florecimiento; se plasmaba en el tiempo del fuego, la llegada del agua. Más tarde se llegaba a la antigua cancha de pelea ritual del Pukara (fiesta de la sangre roja), en donde se peleaba con huaracas (ondas con piedras), cobijones (sombreros gigantes de cuero) y zamarros, se interpretaba la caja (tambor pequeñito) y el pingullo de hueso (instrumento de viento ). De eso solo ha quedado el sincretismo y la adaptación del Taita Carnaval, que igualmente se viste como los antiguos cultores del Juego de la Pukara cañarí. Los sacerdotes de la Iglesia católica prohibieron terminantemente este juego del diablo, en donde derramaban sangre. Sin embargo en Perú Y Bolivia todavía persiste el juego del Tinku o Tinkui, similar al Pukara cañary, es que se trataba de que con el rito derramar de sangre, la tierra agradecida florezca, de sus frutos. Hasta aquí la identidad rural azuayo-cañarí de la Fiesta de la Primera del Agua.


Carnaval citadino


En las ciudades en cambio año tras año, con el pretexto de “culturizar el carnaval” se perdió la esencia, el rito, la fiesta, la batalla de agua de un barrio a otro, misma que reemplazaba a la Pukara rural, y si introdujeron manifestaciones que no logran adaptarse en todos los sectores ciudadanos. Por ejemplo la “batucada” embutida como una mala imitación de una murga uruguaya, porque la verdadera batucada consta de más 300 miembros y su batería (percusión) es impresionante por el manejo de los tambores-panderetas, sin embargo en la ciudad hasta el Municipio avala esta burda imitación que pretende traer a los 2500 metros sobre el nivel del mar, el nicho cultural y el sentir de un pueblo caliente que se mueve a su ritmo, entre soles caniculares de 45 grados, poca ropa y mucha caipirinha, otra de las cosas del posmodernismo andino, a la cuencana.


Otro de los aspectos de la funcionalidad cultural en estas fechas, es la Fiesta de Comadres y Compadres promovida por la Fundación de Turismo para Cuenca. El año anterior (2009) se la realizó en la lujosa casa Eljuri en el Parque central; hoy se “saca” la fiesta al mismo parque , a la calle, y se invitan a personalidades del consumo masivo de medios de comunicación, como la reina del Ecuador, Alcalde, Concejales, Consejeros. Así han tomado partido por la Popularización de la alta cultura, cuando la fiesta de la sala lujosa sale para que lo consuma el populacho, porque también son parte del turismo interno, y claro estarán los turistas extranjeros que no pudieron ingresar a la casa Eljuri el año anterior. Concepto este último (Popularización) del circuito mundial de las ciudades Patrimoniales de la Humanidad que emprende la Musealización y la muestra de expresiones no culturales, sino adaptaciones folklóricas. con personajes teatralizados que reciben un emolumento por representar lo que ya no hay, lo que son sus padres, lo que fueron sus abuelos. Hasta aquí la visión citadina de esta fiesta carnavalesca.


Popularización cultural, una constante en Cuenca


La Popularización de alta cultura se convertido en una constante en la cultura de la ciudad de Cuenca, así lo demostraron los Premios otorgados en la X Bienal de Arte de Cuenca, cuando se adjudicó uno de los galardones al joven artista Giovanni Verdesoto, de Ecuador, que emplazó en grandes fotografías adosadas a los buses urbanos de la ciudad, la vida común y silvestre, cotidiana, de la gente humilde de la ciudad, de los mismo buseros (conductores de buses). También se adjudico un premio al Colectivo Sub, de Argentina, por su obra de Homenaje a San Darío del Andén, en donde se muestran fotografías y videos de la vida y obra de dos piqueteros bonaerenses que fueron asesinados mientras protestaban. Así también se lo hizo con el premio al artista cubano Saidel Brito cuando en su obra Nacidos Vivos, muestra en pinturas, utilizando la técnica del puntillismo, a manifestantes populares en la isla de Cuba, aparece también riéndose un ahorcado que también ríe.


Los premios ganadores tienen un profundo extracto popular (piqueteros, vida de los buseros, cubanos vestidos de pueblo) pero son llevados a las salas de museos y calles para que lo consuman no precisamente la gente del pueblo, sino: Curadores, artistas, turistas e intelectuales de una ciudad que acoge modas cíclicas en su forma de verse en el espejo que reflejan, verbigracia de que no han podido vislumbrar un nicho de mestizaje, de interculturalidad contemporánea, porque comenzaron mal al no reconocerse como gentes originarias de América, sino como españoles. Así como la letra del segundo himno de la ciudad de Cuenca, en ritmo de pasacalle, llamada La Chola Cuencana, dice en uno de sus versos: //Eres España que canta en Cuenca del Ecuador, sonreír de castañuelas y llanto del rondador//

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