¡Qué bonita bandera!
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Por: Renán Proaño M.
Con el gobierno de Rafael Correa los pueblos del Ecuador conquistamos un nuevo escenario en la historia patria. Hacia atrás, acumulamos la sabiduría de 500 años de resistencia de los pueblos originarios y forjamos los movimientos independentistas que hicieron posible la república. Esta misma república ha estado signada por la organización y lucha de los pueblos, que en arduas batallas alcanzaron victorias en beneficio de amplios sectores; a ello debemos derechos laborales, conquistas estudiantiles, legislaciones a favor de los pueblos, etc. Pero no todo ha sido resuelto, pues el problema cardinal de los ecuatorianos sigue siendo la existencia de una clase dominante, dueña de los medios de producción y por lo tanto, dueña y rectora de los destinos de hombres y mujeres trabajadores.
En la actualidad, toda esa historia se resume en un Ecuador convulsionado que ha parido la esperanza de un buen gobierno. Apoyamos y triunfamos sobre la derecha con el proyecto de Correa, pero los límites de su programa hoy se convierten en la principal traba para el avance hacia un nuevo estado. El discurso que lo llevó al gobierno, ya no le es útil y se hace evidente un giro acelerado hacia posiciones reaccionarias, atrasadas, que hipotecan las esperanzas puestas en él. Hoy atropella a esa historia que lo hizo presidente, haciendo uso de la fuerza pública para reprimir a maestros, estudiantes, padres de familia, comerciantes minoristas, campesinos, indígenas y demás movimientos político – sociales.
Pero qué bonita bandera. En este reciente proceso (algo más de 2 años y medio) la movilización de los pueblos se ha mantenido presente y calificada; diversas consignas se levantaron alrededor de la constituyente y, muchos son los insumos desde la izquierda revolucionaria y el conjunto de organizaciones populares, para la generación de políticas adecuadas en la organización estatal. Hemos aportado para una reforma global de la educación, para un entendimiento cabal y responsable en torno a la explotación minera, para la justicia necesaria en la regulación del comercio informal, para adecuar el ordenamiento territorial a favor del desarrollo productivo, etc.
Esas bonitas banderas: rojas, huipalas, tricolores y algunas rojo y negro están presentes nuevamente en las calles y representan la exigencia de una rectificación inmediata por parte del ejecutivo. Hoy son los maestros y estudiantes los que han tomado el país, haciendo causa común con padres de familia y organizaciones de otras latitudes, como el sindicato de profesores de Nariño en Colombia, y se alistan a una jornada extensa junto a indígenas y campesinos. Las consignas deben ser simples: educación de calidad, con capacitación para los maestros y demás actores involucrados; sanción y destitución del ministro y subsecretarios de educación por el intento de conculcar el derecho a la resistencia y la opinión pública; libertad para los detenidos en las manifestaciones; ley de educación superior consensuada y que contemple el libre ingreso, libertad de cátedra y contenidos, cogobierno paritario, presupuesto transparente, programación de la investigación a favor de la producción nacional y el desarrollo social y científico del país; ley de ordenamiento territorial sustentada en las relaciones histórico – sociales de los pueblos y que facilite el desarrollo productivo de las comunidades; nacionalización de los recursos naturales de forma total y de los recursos estratégicos; ley de aguas que garantice el acceso de la misma a las comunidades productoras de alimentos; no a la minería a gran escala, menos aún en beneficio de manos privadas; FFAA y Policía Nacional a favor del pueblo, no a la represión.
¡Qué bonita bandera, qué bonita bandera, la bandera de la clase obrera!
0 comentarios:
Publicar un comentario