¿SOCIALISMO DEL SIGLO XXI?

lunes, 26 de octubre de 2009

Por: Nidia Solíz Carrión*

De entrada debo señalar que uno de los signos importantes de la época actual es el debate instaurado sobre el Socialismo, que permite a los pueblos superar el marasmo ideológico y la desesperanza que los neoliberales buscaron imponer con su malévola tesis del fin de las ideologías y del irremediable destino a estar sumidos en el capitalismo.


De hecho esto es el resultado concurrente de múltiples factores: por un lado, la crisis del capitalismo y del modelo neoliberal que les ha dado no pocos sustos a los grupos de poder –por ej. la crisis financiera de EE.UU.-, el empobrecimiento masivo de los pueblos, la violación sistemática de los derechos humanos, el recrudecimiento del saqueo, el imperio de la corrupción; y, por otro, una tendencia cada vez más fuerte de conciencia y organización de los pueblos, el ascenso de la lucha social, el avance de las fuerzas de izquierda, la derrota de los gobiernos de la vieja derecha, el surgimiento e impulso de los movimientos antiglobalización y contra-hegemónicos.


En Latinoamérica se expresa de manera contundente ese giro a la izquierda, independientemente de quiénes y a qué tendencia responden los gobernantes, el triunfo de sectores no alineados a la derecha tradicional o de alianzas con movimientos de izquierda, como en el caso de Brasil (Lula), Paraguay (Lugo), Uruguay (Vázquez), Bolivia (Morales), Venezuela (Chávez), Nicaragua (Ortega), El Salvador (Funes), Ecuador (Correa)… constituyen expresiones del anhelo de los pueblos por el cambio.


Aquí cabe el debate de hacia dónde camina América Latina, evidentemente hay que establecer diferencias entre aquellos gobiernos que aún procediendo de alianzas de izquierda han tomado abiertamente un giro hacia la derecha, y aquellos que mantienen el discurso de izquierda, de antiimperialismo (en relación a los EE.UU.), de anti-neoliberalismo… en fin una situación engañosa que aún toca develar para que los pueblos no equivoquemos la ruta verdadera al Socialismo.


Nos corresponde entonces trazar esa hoja de ruta desde las organizaciones y sectores de la verdadera izquierda (habrá quienes objeten: ¿quién nos cataloga como tales, luego de tantos vaivenes?), el punto de partida es el análisis científico y repetimos con Saramago[1] que nunca Marx había estado más actual que en esta época, por tanto reafirmamos nuestra convicción marxista; y, luego es necesaria una distinción entre las variantes centristas y el significado de la izquierda, parafraseando al mismo autor: cuando la derecha va al centro, no cambia significativamente pues siempre será derecha, en cambio cuando la izquierda se va al centro, cambia radicalmente su ser, pues muda a derecha[2].


En todo caso la cuestión de fondo va más allá de las palabras, pues el capitalismo es tan hábil que ha hecho acopio de los discursos de izquierda, como dice algún analista: “tiene gran resiliencia” para enfrentar su propia crisis, es capaz de metamorfosearse miles de veces con distintas máscaras, con tal de preservar el sistema. Es común entonces encontrar a sectores de la antigua derecha hoy remozados y convertidos al “socialismo” y a la “revolución” claro que con sus aditamentos propios para caracterizar su propuesta que en esencia es socialdemócrata y desarrollista. Nuevamente cito a Saramago:


“… ayer como hoy, y hoy con una amplitud cada vez mayor, abundan los casos de cambios políticos aparentemente radicales que tuvieron como efecto radicales cambios de gobierno, aunque no fueron seguidos por los cambios económicos, culturales y sociales radicales que el resultado del sufragio prometía. Decir hoy gobierno “socialista”, o “socialdemócrata”, o “conservador”, o “liberal”, y llamarle poder, es pretender nombrar algo que en realidad no está donde parece, sino en otro inalcanzable lugar, el del poder económico y financiero, cuyos contornos podemos percibir en filigrana, pero que invariablemente se nos escapa cuando intentamos acercarnos e inevitablemente contraataca si tenemos la veleidad de intentar reducir o regular su dominio, subordinándolo al interés general.”[3]


Precisamente en esa línea de diferenciación de las alternativas para América Latina, es imprescindible marcar distancia con el reformismo, pues como lo señalaba Lenin: “… es una manera que la burguesía tiene de engañar a los obreros, que seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas mejoras aisladas, mientras subsista el dominio del capital[4]. Cabe pues adoptar definiciones en los siguientes ejes:


1. No es suficiente con ser antineoliberales, para un cambio real, de las estructuras del sistema, hay que ser anticapitalistas. El verdadero Socialismo -el científico- implica ruptura con la esencia del capitalismo. Claudio Katz al hablar de las tendencias reformistas señala: “consideran que las mejoras populares se introducirán crecientemente dentro de este sistema, ya que no observa ningún impedimento para erigir una sociedad justa dentro del capitalismo. Supone que junto a la ampliación de las reformas sociales se expandirá un nuevo sentido de solidaridad que permitirá atenuar los sufrimientos populares. Por eso concentra sus críticas en la antropología reaccionaria del neoliberalismo (reivindicación del egoísmo) y no en los atropellos de la burguesía. Promueve la cooperación contra la codicia, reivindica el acceso general a las necesidades básicas frente a la irrestricta defensa de los derechos de propiedad privada y en oposición al autoritarismo elitista propone democratizar la vida política. ¿Pero es posible luchar por estos objetivos sin cuestionar al capitalismo? ¿Cómo se compatibiliza el logro de la equidad con la tendencia de este sistema a la polarización social? ¿De qué forma se armoniza la presión patronal por mayor rentabilidad con la atenuación de la explotación?[5].


2. El problema sustancial de las inequidades radica en la apropiación privada de la producción social, esto nos lleva a discutir el tema de la Propiedad, pues la propiedad privada conduce a relaciones de explotación y exclusión, determina la existencia de clases sociales con intereses antagónicos e irreconciliables. Heinz Dieterich, máximo exponente del Socialismo del Siglo XXI, define que “la única vía posible es una economía mixta, que tendría tres sujetos, el Estado, la empresa privada y la propiedad social, como cooperativa”, a renglón seguido sostiene como único condicionante para la empresa privada su “capacidad de administración. Si un ente administra adecuadamente un bien no tienes realmente motivo para quitarle la propiedad o posesión, si abusa es otro asunto. Yo asumiría una visión funcional. La misión de toda empresa es generar un excedente o al menos cubrir una necesidad social, y cuando una gente administra un bien de manera óptima no habría motivo para cambiarla[6]. Olvida Dieterich que el Estado Capitalista responde a los intereses de la clase dominante y que la razón de la empresa privada es la obtención de la máxima ganancia, la plusvalía a su mayor potencia, lo cual está reñido con el bienestar de los pueblos, ni siquiera es compatible con el objetivo de “cubrir una necesidad social”, la historia nos demuestra de manera palpable esta realidad. Es interesante encontrar la similitud con el debate que se daba ya en 1898 sobre el tránsito gradual al socialismo y que Rosa Luxemburgo esclareció: “Una premisa fundamental para la teoría de la realización gradual del socialismo mediante reformas sociales es el desarrollo objetivo de la propiedad capitalista y el Estado. Konrad Schmidt sostiene que el propietario capitalista tiende a perder sus derechos especiales en el proceso histórico y a ver reducido su papel al de un simple administrador. Cree que la expropiación de los medios de producción no puede efectuarse como un hecho histórico de una sola vez. Por eso recurre a la teoría de la expropiación por etapas… divide el derecho de propiedad en (1) derecho de “soberanía” (propiedad), -que él atribuye a algo llamado “sociedad” y que quiere extender- y (2) su opuesto, el simple derecho de uso, ejercido por el capitalista, pero que supuestamente se reduce en manos del capitalista a la mera administración de su empresa[7].


3. No basta con oponernos al imperialismo Norteamericano, sino al imperialismo como sistema y fase última del capitalismo. Esto conlleva el entendimiento de que el imperialismo tiene varios tentáculos, tal vez el más poderoso y al que hemos estado directamente sometidos sea el estadounidense, pero hay otros de Europa y Asia, que poseen igual identidad. Por otra parte asistimos a la transnacionalización de todos los ámbitos de la economía, la política y la cultura; la globalización expresa el poder mundial de las grandes corporaciones que saquean y explotan a nuestros pueblos. En tal virtud no es alentador el hecho de canjear el dominio estadounidense por el chino o el de la Unión Europea, así por ejemplo los TLC en esencia son parte de una estrategia imperialista para sojuzgarnos, recolonizarnos y saquearnos, encubierta en la exaltación de la competitividad, en un supuesto apremio de contar con la inversión extranjera para nuestro progreso, en el temor a quedarnos aislados de la globalización. Citamos a Galeano[8]: “La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad de las partes que lo forman, Y esa desigualdad asume magnitudes cada vez más dramáticas. Los países opresores se hacen cada vez más ricos en términos absolutos, pero mucho más en términos relativos, por el dinamismo de la disparidad creciente… Incorporadas desde siempre a la constelación del poder imperialista, nuestras clases dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el Patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la Política internacional. Se hipoteca la soberanía porque «no hay otro camino»; las coartadas de la oligarquía confunden interesadamente la impotencia de una clase social con el presunto vacío de destino de cada nación. [] No asistimos en estas tierras a la infancia salvaje del capitalismo, sino a su cruenta decrepitud. El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia. El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y continúa alimentándolo. Impotente por su función de servidumbre internacional, moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de barro. Se postula a sí mismo como destino y quisiera confundirse con la eternidad.”


4. El Estado: ¿somos todos?, ¿representa los intereses de todos? Este equívoco es muy conveniente para quienes resguardan el status quo, busca anular la comprensión marxista de que el Estado responde a intereses de clase, de los grupos de poder de una sociedad. Dieterich habla de un Estado al margen de las clases sociales, una curiosa entelequia según la cual habría una “evolución política del género humano hacia la democracia participativa”, no entendemos cómo operará esa evolución por encima de la lucha de clases; señala que “el significado del Estado clasista[] desaparecerá con la democracia participativa. En su lugar habrá una nueva autoridad pública que priorizará los intereses generales y que, al perder sus funciones de clase pierde su identidad represiva. La noción de representatividad de los gobernantes que en la plutocracia burguesa es esencialmente demagógica, recobrará entonces su auténtico sentido político, en las funciones públicas que requieren de la representación[9]. Rosa Luxemburgo responde a similares propuestas (¡a un siglo de distancia!): “La mistificación es obvia. Sabemos que el Estado imperante no es la “sociedad”... Es el representante de la sociedad capitalista. Es un Estado clasista. Por lo tanto, sus reformas no son la aplicación del “control social”, es decir, el control de la sociedad que decide libremente su propio proceso laboral. Son formas de control aplicadas por la organización clasista del capital a la producción de capital. Las llamadas reformas sociales son promulgadas en beneficio del capital. [] El esquema de Fourier de transformar, mediante un sistema de falansterios, el agua de todos los mares en sabrosa limonada fue una idea fantástica, por cierto. Pero cuando Bernstein propone transformar el mar de la amargura capitalista en un mar de dulzura socialista volcando progresivamente en él botellas de limonada social reformista, nos presenta una idea más insípida, pero no menos fantástica”. Luego señala que con el reformismo hay un desarrollo de las relaciones de producción, sin embargo “sus relaciones jurídicas y políticas levantaron entre las sociedades capitalista y socialista un muro cada vez más alto. El muro no es derribado, sino más bien es fortalecido y consolidado por el desarrollo de las reformas sociales y el proceso democrático. Sólo el martillazo de la revolución, es decir, la conquista del poder político por el proletariado, puede derribar este muro[10].


5. En esa misma línea el siguiente eje es el debate sobre el Poder –y sus expresiones a nivel local y mundial- no podemos pensar que basta con las buenas intenciones del Gobierno -si es que las hubiera-; si guardamos coherencia con el análisis científico de la sociedad, no basta con ganar espacios de gobierno, hay que tomarse el poder, entonces surge el otro dilema ¿es factible una transición pacífica al socialismo?, ¿podremos cambiar el capitalismo por métodos más bien evolutivos y no revolucionarios?. Tal vez los teóricos del Socialismo del Siglo XXI nos tilden de no-evolucionados-políticamente, pero es que desconocer que el poder político está indisolublemente ligado al poder económico y que sirve a sus intereses, es pretender tapar el sol con un dedo. Convendría hacer el ejercicio mental que propone Saramago: “Como siempre ha sucedido, y siempre sucederá, la cuestión central en cualquier tipo de organización social humana, de la que todas las demás derivan y hacia la que todas acaban confluyendo, es la cuestión del poder, y el problema teórico y práctico al que nos enfrentamos es identificar quién lo controla, averiguar como le ha llegado, verificar el uso que de él hace, los medios de que se sirve y los fines a que apunta[11].


6. El concepto de Democracia nos remite igualmente al tipo de sistema en el que nos encontramos, para ciertos teóricos hay cómo “ampliar” la democracia capitalista, volverla “participativa”, lograr que la ciudadanía se involucre en la política nacional… sin embargo, ¿acaso es el pueblo quien toma las decisiones fundamentales?, ¿es posible con el parlamentarismo compartir el poder?, ¿podemos competir con el poder instituido? ¿hay cómo conciliar intereses antagónicos de las clases sociales? Entender la naturaleza de clase del Poder y del Estado, nos exime de mayor argumentación, más allá de la vivencia cuotidiana de la falsa democracia en la que supervivimos.


7. La Soberanía: elemento clave en las definiciones frente al poder imperialista. No se trata solamente de impedir enclaves militares de las potencias, se trata de soberanía económica, política, militar, territorial, cultural… en nuestros países la soberanía es simple retórica pues no existe la autodeterminación de nuestros pueblos en ninguno de los ámbitos; estamos en un mundo globalizado, con grandes asimetrías en el desarrollo de las naciones, estamos a merced de la concentración de la riqueza y el reparto del poder mundial, ¿de qué soberanía se puede hablar si las transnacionales se reparten nuestro territorio y saquean nuestros recursos? ¿acaso es soberano un pueblo sometido a las grandes corporaciones y a las potencias mundiales? La soberanía real se ejerce con la ruptura radical de los esquemas de relacionamiento internacional, no obstante es fundamental entender que el capitalismo es incompatible con el desarrollo libre y soberano de los pueblos, por tanto implica una ruptura con el sistema mismo.


8. Los derechos humanos y de la naturaleza: la esencia del capitalismo es su irracional ambición por acumular riqueza y poder a costa de la vida misma, no puede volverse “humano”, ni “social/ecológicamente responsable”, mucho menos tener comportamientos éticos; como dice Leonardo Boff: “El capitalismo es, por su propia naturaleza, voraz, acumulador, depredador de la naturaleza, creador de desigualdades y sin sentido de solidaridad hacia las generaciones actuales y mucho menos hacia las futuras”. Por tanto unas pequeñas gotas de concesiones sociales o retóricas, no marcan una diferencia estructural; como ejemplo tenemos el innovador discurso de la Constitución-2008, y como contrapartida la sistemática violación de los derechos fundamentales, la persistencia -incluso profundización- del modelo extractivista, la serie de atropellos de las transnacionales a nuestros pueblos, etc.


9. El problema de la ética y la moral: “puesto que la sociedad real está compuesta de clases que poseen intereses, aspiraciones y concepciones diametralmente opuestos, una ciencia social humana general, un liberalismo abstracto, una moral abstracta, son en la actualidad ilusiones, utopía pura. La ciencia, la democracia, la moral, que Bernstein considera generales, humanas, no son más que la ciencia, la democracia y la moral dominantes, es decir, la ciencia burguesa, la democracia burguesa y la moral burguesa”[12]. En consonancia con el punto anterior, en el capitalismo hay una pérdida absoluta de valores morales, la falta de ética es la norma en el mundo de las corporaciones, en la administración pública, en la práctica política, en el accionar cotidiano… la corrupción campea de tal manera que hay un ranking mundial del que pocos están fuera.


Como corolario de lo expuesto, lo que cabe es reafirmar los postulados del Socialismo Científico como única posibilidad real y cierta, para lograr la liberación social y nacional, esto en rasgos generales significa:


ü La existencia de la propiedad social sobre los medios de producción, este es el rasgo más esencial que diferencia al socialismo del capitalismo. Supone la eliminación de la explotación y el establecimiento de relaciones de cooperación, colaboración y ayuda mutua en el proceso de producción de bienes materiales. Ello conduce al incremento y perfeccionamiento de la producción en interés de los pueblos, al progreso y desarrollo técnico y social de toda la sociedad.


ü Sobre la base de la propiedad social de los medios de producción, se van creando en un proceso, las condiciones para la desaparición de las clases sociales antagónicas y se van reduciendo gradualmente, hasta acabar con otras diferencias que se expresan en el régimen de producción capitalista. También se generan condiciones para la eliminación de la opresión y diferencias entre naciones, razas o etnias, género, etc.


ü La revolución social como expresión de la lucha de clases y de la toma del poder. No hay otra vía para acabar con el capitalismo, la transformación gradual es mera ilusión o engaño.


ü En el Capitalismo, la “democracia” -en todas sus formas- no es más que la expresión de la voluntad e intereses de los grupos dominantes sobre la mayoría de la población. En el socialismo será la voluntad e intereses de los pueblos, se vive la democracia verdadera, se garantizan las libertades colectivas e individuales y la propiedad personal. Se garantiza y fomenta la organización y participación real de todas/os.


ü La transformación socialista gradual de la agricultura. La socialización de la tierra, la generación de cooperativas para la producción agrícola, hacia la producción colectiva sobre la de tipo individual y dispersa, para lograr la socialización plena de los medios de producción.


ü El desarrollo planificado de la economía socialista, para elevar el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo, en absoluto respeto a la preservación de los ecosistemas, de la vida en todas sus formas.


ü La realización de la revolución socialista en el campo de la ideología y de la cultura. La garantía de un elevado nivel educativo a toda la población. La reeducación de la población en valores humanos, de equidad, justicia y solidaridad; desechando el individualismo, patriarcalismo, racismo, la comunicación alienante y toda expresión contraria a la vida y libertad. El desarrollo de la ciencia y tecnología al servicio de los pueblos y con profundo respeto a la naturaleza.


ü La supresión de la opresión nacional, el establecimiento de la igualdad de derechos y la amistad fraternal de los pueblos. Implica nuevas formas de integración y relaciones internacionales.


ü El desarrollo planificado y proporcional de la economía, la ley del incremento constante de la productividad del trabajo, la ley de la acumulación socialista, la ley de la distribución con arreglo del trabajo, etc.


ü En manos de Estado Socialista, el comercio, el dinero y el crédito actúan en interés de la construcción del socialismo. Esto dice que la ley del valor sigue actuando, pero en este caso, de manera restringida, no regula la producción.


ü El Estado controla directamente los aspectos fundamentales de la economía en la esfera de la circulación, esto es, los bancos, el comercio exterior, el comercio interno.


ü Donde trabajadores y campesinos son los protagonistas y conductores de la sociedad, se vive la democracia verdadera, se garantizan las libertades colectivas e individuales y la propiedad personal.


ü En el proceso de su consolidación se van resolviendo las contradicciones entre el campo y la ciudad, entre el trabajo intelectual y el manual, así como otras diferencias materiales y sociales.


ü La moral socialista elimina toda forma de corrupción, oportunismo y aprovechamiento ilícito de los bienes sociales. De igual manera toda forma de segregación por razones de género, étnicas,


ü La satisfacción plena de las necesidades humanas esenciales: materiales, sociales, espirituales. La eliminación del consumismo aberrante que lo único que satisface son las necesidades de las corporaciones.


ü La garantía absoluta de los Derechos Humanos.


Para terminar, unas frases del Che:


“No debemos admitir que la palabra democracia, utilizada en forma apologética para representar la dictadura de las clases explotadoras, pierda su profundidad de concepto y adquiera el de ciertas libertades más o menos óptimas dadas al ciudadano. Luchar solamente por conseguir la restauración de cierta legalidad burguesa sin plantearse, en cambio, el problema del poder revolucionario, es luchar por retornar a cierto orden dictatorial preestablecido por las clases sociales dominantes: es, en todo caso, luchar por el establecimiento de unos grilletes que tengan en su punta una bola menos pesada para el presidiario. … No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución”.


Cuenca, octubre 2009.



* Ponencia para el Foro “Del Capitalismo a una propuesta creativa de América Latina”. Octubre 2009.

[1] En “El Cuaderno de Saramago: Paradoja” y en varias entrevistas. “Hay algo que yo llamaría el comunismo hormonal. Es como si las hormonas determinaran que uno tiene que ser lo que es, que uno mantenga una relación estrecha con los hechos, con la vida, con el mundo, con la sociedad. Es como un estado de espíritu, es decir, uno es lo que es porque su espíritu o sus hormonas así lo determinan para siempre. Creo que eso es lo que me pasa a mí con el comunismo. Es muy fácil cambiar de barco cuando se hunde el propio. Es a ésos a quienes habría que preguntarles por qué ya no son lo que eran, porque parece que somos muy pocos los que mantenemos la fidelidad a los principios…”.Blog de Saramago: http://blog.josesaramago.org/

[2] Sobre la pregunta de que si el centrismo es signo de moderación: “… cuando la izquierda se acerca al centro, empieza con políticas de derecha. Pero cuando la derecha se acerca al centro, no empieza con políticas de izquierda, sino que continúa con políticas de derecha. O sea que todo se mueve a la derecha, y cualquier otra cosa es retórica, son canciones para hacer dormir a los niños y a lo pueblos”. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=758146

[3] “Cuaderno de Saramago: Claro como el Agua”. http://blog.josesaramago.org/

[4] V. I. Lenin. “Marxismo y reformismo”. Pravda, 1913.

[5] Claudio Katz: “Pasado y presente del reformismo”. http://katz.lahaine.org/

[6] Entrevista realizada a Dieterich por José Luis Carrillo. Febrero 2007. Se encuentra en: http://www.aporrea.org/ideologia/n90840.html

[7] Rosa Luxemburgo: “Reforma o Revolución” (1898). http://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf

[8] Eduardo Galeano: “Las Venas abiertas de América Latina”. http://www.marxismo.org/files/LasVenasAbiertasdeAmericaLatina.pdf

[9] Heiz Dieterich: “El Socialismo del Siglo XXI”http://www.socialismoxxi.org/librosheinz/elsocialismo.pdf

[10] Rosa Luxemburgo: “Reforma o Revolución”. http://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf

[11] “Cuaderno de Saramago”: http://blog.josesaramago.org/

[12] Rosa Luxemburgo: “Reforma o Revolución”. http://www.marxists.org/espanol/luxem/01Reformaorevolucion_0.pdf

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